martes, 30 de julio de 2013

México la naturaleza viva.

México, naturaleza viva



Víctor M. Toledo y Fulvio Eccardi
En México, la naturaleza aún está viva gracias al esfuerzo de los pueblos indígenas mesoamericanos y de los grupos de científicos y conservacionistas.
Quizá como nunca antes, los habitantes urbanos del planeta han perdido su capacidad para relacionar su mundo, en el que predominan las estructuras de cemento, plástico, metal y vidrio, con el universo menos artificial pero no por ello menos complejo de la naturaleza y de las culturas rurales. Hoy, los habitantes de las grandes ciudades, y especialmente los niños, tienden a olvidar que por más sofisticados que sean los espacios urbanos e industriales, éstos dependen de los recursos y servicios naturales y de quienes los proveen (agricultores, pescadores, ganaderos, productores forestales, recolectores).
Y es que la naturaleza es el sustento material y espiritual de los seres humanos. Aún las complejas sociedades industriales, con sus artefactos, aparatos y máquinas, no sobreviven sin los suministros y servicios que ofrece la naturaleza: alimentos, agua, materias primas, aire limpio, paisajes silvestres, temperaturas reguladas, medicinas y genes. Los seres humanos también requieren del mundo natural como recurso de inspiración, reflexión y encuentro con los orígenes profundos de la vida, del planeta y del cosmos.
Para muchos pensadores este desconocimiento (que implica una simplificación de la compleja realidad), es una de las causas fundamentales de los problemas que hoy aquejan al mundo contemporáneo. La falta de conciencia acerca de la permanente interconexión entre los seres humanos, independientemente de la actividad que realizan, y de éstos con los seres vivos y los ciclos, pulsos y umbrales de los sistemas naturales, no sólo genera ignorancia y decisiones erróneas, también provoca la falta de una ética ecológica, de una conciencia global, de una visión acerca del verdadero rol de los seres humanos y sus estructuras sociales, en el espacio y en el tiempo.
Quienes han adquirido conciencia de esos vínculos, eternos y esenciales, de la sociedad con la naturaleza, saben que el no mantener una relación adecuada (armónica, equilibrada, equitativa) con el entorno natural significa el fin de la propia especie humana y no necesariamente del resto de las especies o del planeta.

Un proyecto de comunicación

¿Cómo estimular, desencadenar o reactivar en los seres humanos cuyo ámbito de acción se reduce a los espacios urbanos e industriales esos impulsos que les permitan arribar a una conciencia, a una percepción correcta? Creemos que ello no es una tarea reducida ni a la mera información (la vía cognitiva), ni a la sublimación reflexiva (la vía perceptiva). Dicho de otra manera, ésta es una función quizá descomunal pero no por ello imposible de la ciencia y del arte, del pensamiento y del sentimiento, de la razón y de la pasión.
Con esta visión emprendimos la tarea de construir un proyecto de comunicación de carácter integral (véase recuadro) dirigido a mostrar, a través de la imagen y de la palabra, la enorme riqueza biológica del país y sus relaciones con las culturas antiguas y actuales.
Para ello tomamos como eje central y punto de partida la exposición fotográfica México, naturaleza viva, la cual fuimos construyendo, con el valioso apoyo de un grupo de colaboradores y colegas, a lo largo de casi un año. Hubo que adoptar conceptos o criterios básicos, seleccionar las imágenes de acuerdo con éstos y, por último, armar una secuencia que tuviera por igual lógica, agilidad y ritmo.

¿Naturaleza viva o naturaleza muerta?


Actualmente existe un fuerte debate en el mundo del conservacionismo acerca de si las áreas naturales y la biodiversidad del planeta deben preservarse como estancos aislados, a manera de un zoológico o museo, o si lo que debe procurarse es un manejo adecuado detoda la naturaleza, lo cual incluye por supuesto áreas excluidas de la acción humana. La diferencia es sustantiva, porque la primera propuesta se concentra solamente en lo que queda dentro de las zonas declaradas como reservas naturales, mientras que la segunda se empeña en alcanzar un cierto equilibrio entre los procesos naturales y los sociales.
Como muchos otros estudiosos, nosotros pensamos que la naturaleza intocada, prístina y alejada de lo humano es una naturaleza muerta. Lo mismo puede decirse de la naturaleza domeñada, explotada, constreñida y simplificada bajo la racionalidad del mundo industrial. Sólo unanaturaleza conocida y reconocida en permanente interacción con las culturas humanas, es decir una naturaleza humanizada, es una naturaleza viva.
La contraparte no es menos cierta: sólo una humanidad que reconoce en la naturaleza su razón de ser, su fuente material y espiritual, es capaz de naturalizarse. Sólo cuando se reconoce, interpreta y utiliza a la naturaleza de manera correcta, los seres humanos y, más precisamente las sociedades humanas, logran vivir y sobrevivir.


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